martes, 16 de junio de 2009

Deseo

Sentado en el borde de la silla, me incliné hacia adelante tratando de captar algo de la conversación. A centímetros de mis amigos, no llegaba ni siquiera a ordenar mis pensamientos, mucho menos a integrarme a la charla. La música horrible y la sospechosa calidad del Vodka conspiraban contra mis sentidos. Me quedé un minuto observándolos.
Se veían divertidos, disfrutando de cada uno de los decadentes detalles que conformaban el lugar. Sin escucharse, todos hablaban, reían, miraban y tocaban cuando podían. El antro al que algunos llamaban “Cabarulo”, estaba atestado de tristes mujeres que se esforzaban por ganar la atención de los parroquianos. Infelices hologramas de mujer fatal. Una de ellas, tal vez la más linda, se acercó sin disimulo. Me habló al oído, ofreciéndome pasar un rato agradable y sin restricciones. Traté de imaginar a qué se refería.
Respiré hondo, mientras de reojo controlaba si alguien me miraba. Llevé la mano a la billetera, sabiendo que por largo tiempo me arrepentiría de lo que estaba a punto de hacer. Un leve sudor frío me adornaba la frente. Saqué un billete de cincuenta mangos, lo puse en manos de la chica y me alejé mirando al piso.

6 comentarios:

Yoni Bigud dijo...

Supongo, entonces, que no se solucionó nada.

Muy bueno.

Un saludo.

Camilo dijo...

Tal vez Yoni, se arrepienta por los siglos de los siglos.
Gracias por tu visita

Sweet carolain dijo...

uy que fuerte la descripcion.

Camilo dijo...

Es verdad Carolina, es fuerte, aunque no tan fuerte como el impacto.
Gracias por darte una vuelta.

Julia dijo...

Hermoso antro :P

Me gustan muchos tus relatos. Las descripiciones están bárbaras. Fue como estar ahí.

Camilo dijo...

Asi parece Julia! Un antro de aquellos!
Me alegro saber que te gustan las descripciones, en gran medida es la idea fundamental de este experimento. Poco espacio para describir, de esa forma, evitar las distracciones y el "relleno".
Gracias por comentar