viernes, 8 de agosto de 2014

Espejo

El auto se mantiene encendido en apenas un ronroneo irregular. Puedo sentir la hipnótica caricia de las vibraciones en la espalda. Me agrada. Suaviza mi respiración hasta el letargo. La incansable llovizna plaga de irregularidades el parabrisas, creando cientos de caleidoscopios junto a las esporádicas luces de automóviles transitando la avenida.
Los acordes de aquella música del pasado supera el sordo murmurar y me calan lo profundo de la conciencia. Los sonidos me hacen viajar y las estrofas simples me obligan a reflexionar. Melodía y letra atraviesan el tiempo y el espacio. Voy con ellas.
Apoyado en el parante, llevo la mirada a los reflejos del tablero de instrumentos sobre la ventanilla. Un triste contraste con la oscuridad exterior. El reflejo extraño sobre un espejo improvisado. Un ámbar fantasmagórico, sin sentido pero intoxicante. Desenfoco la mirada. Una solitaria lágrima amenaza con formarse, pero muere en el intento. El ardor en los ojos persiste. Suelto el seguro del cinturón. Cierro los ojos tensando cada músculos. Debo despertar del letargo. Antes de bajar del auto repaso la secuencia mientras acaricio el filo del puñal. Medito sobre las alternativas. Creo que no importa ganar o perder, el secreto es seguir en el juego.