sábado, 24 de octubre de 2009

Córdoba en Tinieblas

Luego de algunas décadas de disfrutar de los placeres de la muerte en vida, he comenzado a sentir la presión del aburrimiento y el encierro.

Al principio, viví el cambio como una bendición, una oportunidad inigualable para explorar más allá de los límites. Pero el tiempo ha pasado, y ya no estoy tan seguro.

Desde fines de los 60', me di el gusto de tirar algunas piedras durante el Cordobazo y apoyé los estudiantes en el Proceso. Me enriquecí robando casas; luego bancos, hasta concretar el “Robo del Siglo”. Festejé en dos ocasiones la victoria de Argentina, y quemé de la sede de un partido político. Asusta comprender lo fácil que resulta violar la ley cuando se ha perdido el miedo y el respeto por la vida.

En los últimos cincuenta años me he dado todos los gustos que un pibe puede soñar. Nadie sospechó la semana pasada, cuando coordiné la compra de mi nuevo Audi por internet, exigiendo se me entregue en casa. ¿Quien desconfiaría de un muchacho acaudalado, cara amable, tez absurdamente blanca y ojos claros?

Ahora me enfrento a la noche eterna; atormentado por la soledad y con un enorme vacío por llenar.