jueves, 28 de diciembre de 2023
Aviso
domingo, 3 de diciembre de 2023
Instantes
Mi primer libro está listo: Instantes. Si bien no se relaciona de manera directa con mi profesión, si lo hace con mi pasión por las palabras y la observación del comportamiento.
Según Sergio Gaut vel Hartman, editor a cargo de encausar mis esfuerzos literarios, "Instantes es un libro en el que se han reunido algo más de un centenar de textos breves. Hay microficciones que pueden inscribirse en casi todos los géneros y, como no podría ser de otro modo, hay cuentos de todos los sabores y texturas, insólitos, apocalípticos, esperanzados, locos y tristes, ingeniosos, densos y ligeros; agresivos y apacibles; ficciones que nos dejan perplejos, textos que no vacilan en internarse en zonas extrañas, pero también los hay que proponen confortables ilusiones y tránsitos apacibles. ¿Quieren cuentos imprudentes? Hay, y también hay argumentos desconsolados y sombríos, aunque Camilo no desdeña los planteos y los finales agudos, perspicaces, pegajosos, provocadores… No hay caso. Lo mejor será que pasen y lean lo que sigue… no podría enumerar todos los tópicos y formas que habitan este libro. No obstante, creo que les debo una advertencia: no se fíen de lo aparente; hay mucho más entre líneas, bajo la superficie, agazapado entre las curvas y pliegues de las palabras y las ideas. No sé si este libro les cambiará la vida —son muchos los que prometen eso y luego nos desilusionan— aunque estoy seguro de que lo van a disfrutar."
miércoles, 29 de noviembre de 2023
Productividad
La alarma suena y tardo menos de un instante en apagarla. Aún perdura el eco pero ya estoy alerta y despierto. Afuera está oscuro y silencioso. Miro el reloj, 4:30 de la madrugada. Cierro los ojos para revisar paso a paso lo que tengo que hacer.
Una rápida visita al baño y estoy listo para vestirme. La ropa, separada la noche anterior me espera en una silla. Vuelvo a controlar el tiempo. Perfecto. Me visto en la cocina mientras preparo café. No puedo comer. Tengo el estómago hecho un nudo. Por ahora será solo café.
Subo al auto, mientras repaso los detalles mentalmente. En la primer asignación desde mi promoción y nombramiento como Gerente de Recursos Humanos. No es la mejor de las asignaciones; o tal vez la peor, pero no por eso voy a mostrarme menos productivo o menos creativo. Debo demostrar a la Dirección que puedo hacer lo que se me asigna y ademas que lo hago de manera innovadora.
Llego a las puertas de la fábrica. El tiempo es más que suficiente. Miro el reloj, 5:45. Es casi la hora. Camino de un lado al otro en la zona del ingreso.
Dos minutos mas tarde veo el colectivo del personal. Llegó la hora de iniciar mi carrera en las grandes ligas. Ya lleva las luces del interior encendidas. Estaciona a mi lado y alcanzo a ver algunos empleados que me me miran con el ceño fruncido. Subo antes que alguien pueda bajar y les pido por favor que se sienten un minuto. Tomo aire con el corazón palpitando como los cilindros de un viejo motor diesel. “Cataño, Fernandez, Gomez… Alberto, Juarez, Martínez, Torres y Villegas. No se molesten en bajar. Todos están despedidos.”
Giro Creativo
jueves, 7 de septiembre de 2023
CTO
Pocos días después de asumir en mi nuevo puesto como Gerente de Recursos Humanos, me tocó viajar a nuestra oficina comercial en Ciudad de Buenos Aires. Nueva empresa, nuevas oficinas, nuevos compañeros de trabajo.
El vuelo fue tranquilo de principio a fin. Casi diría que más corto de lo esperado aunque tal vez fuera por los documentos que debía leer. Avances del proyecto, estado actual de las pruebas de los principales módulos. Principales “key users” globales y contactos locales. Si bien no era mi área ni mi responsabilidad la implementación, no podía quedar como idiota.
El viaje en taxi desde el aeropuerto fue la peor parte del viaje. Eterno y desgastante. Mas largo que el vuelo y plagado de saltos, maniobras terroríficas y música de lo más desconcertante.
Es paraba una entrada tranquila y de perfil bajo, pero el destino quiso que nos encontráramos en el hall de ingreso con el CTO. Un alemán de rostro serio y ceremonial. Adiós a cualquier idea de arrancar tranquilo.
Subimos al décimo quinto piso en medio de una charla casual. Clima, tiempos de vuelo y números de visitas a Buenos Aires fueron mas que suficientes para llegar hasta el piso de la oficina. Nos recibió el Director Comercial. Joven, preparado y carismático, nos invitó a su oficina. Un espacio enorme, con una vista privilegiada al Rio de la Plata. Comenzamos con el café de rigor y la charla superficial como auténticos expertos en el terreno de la diplomacia.
Un instante antes del cambiar de tema, para pasar al verdadero y único interés del invitado internacional, irrumpió en la oficina el Gerente Regional de Ventas, visiblemente agitado, contrariado y sumido en sus propias preocupaciones.
Entró en la oficina como si fuera la propia y nada interrumpiera. Encaró al CTO con decisión y lo saludó con apuro. “¿Vos sos el de IT?” Le preguntó con descaro y en un inglés improvisado. “Si”, tartamudeó el Ejecutivo. “Entonces… ¿Me podes ver la Notebook? ¡Hace unos días que anda lento y se me cuelga el Windows a cada rato!”
jueves, 30 de marzo de 2023
Sellos
Entré a su casa con el nerviosismo propio de un adolescente que acompaña a su novia por primera vez, transpirando frío y tragando saliva como quien se enfrenta al jurado del fin de los tiempos. El hombretón me miró con la misma curiosidad con la que se mira a una comadreja acorralada en el rincón del patio; con una mezcla de curiosidad y preocupación. Extendió un apretón de mano que casi me deja sin brazo y al mismo tiempo me palmeó la espalda en toda su extensión con su otra mano en un saludo amistoso. Me ofreció una copa de jugo y desapareció con una sonrisa torcida dejándome a solas con ella. Sentados frente a un estúpido programa de entretenimientos, tomé su mano, con la inocente seguridad de quien sabe será para siempre e intenté mantener viva la conversación tanto como pude. Fallé miserablemente y en pocos minutos el silencio se apoderó de la sala. Sus enormes ojos verdes me cuestionaron en silencio. Mis ojos la esquivaban, tan cobardes como el que más. Noté el pasaporte sobre la mesita y en un manotazo nervioso, lo tomé. Sellos. Infinitos sellos que llenaban las hojas hasta el último milímetro. Todos los colores y cada idioma que logré identificar. También algunos imposibles de descifrar. No quedaba espacio en blanco y eso solo significaba una cosa: Ese hombre bonachón que me recibía en su casa había viajado más de los que cada libro leído me permitía imaginar. Un cortocircuito instantáneo puso en marcha una pulsión hasta allí desconocida. La necesidad de viajar. Esta mente hasta ahora dormida, se ponía en movimiento. Hoy los viajes se han detenido, pero los sellos nos dejaron la infinita enseñanza de cuánto se puede conseguir con humanidad y la voluntad de emprender.