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jueves, 30 de marzo de 2023

Sellos

Patrón transparente de vector con sellos de visa de pasaporte | Vector  Premium

Entré a su casa con el nerviosismo propio de un adolescente que acompaña a su novia por primera vez, transpirando frío y tragando saliva como quien se enfrenta al jurado del fin de los tiempos. El hombretón me miró con la misma curiosidad con la que se mira a una comadreja acorralada en el rincón del patio; con una mezcla de curiosidad y preocupación. Extendió un apretón de mano que casi me deja sin brazo y al mismo tiempo me palmeó la espalda en toda su extensión con su otra mano en un saludo amistoso. Me ofreció una copa de jugo y desapareció con una sonrisa torcida dejándome a solas con ella. Sentados frente a un estúpido programa de entretenimientos, tomé su mano, con la inocente seguridad de quien sabe será para siempre e intenté mantener viva la conversación tanto como pude. Fallé miserablemente y en pocos minutos el silencio se apoderó de la sala. Sus enormes ojos verdes me cuestionaron en silencio. Mis ojos la esquivaban, tan cobardes como el que más. Noté el pasaporte sobre la mesita y en un manotazo nervioso, lo tomé. Sellos. Infinitos sellos que llenaban las hojas hasta el último milímetro. Todos los colores y cada idioma que logré identificar. También algunos imposibles de descifrar. No quedaba espacio en blanco y eso solo significaba una cosa: Ese hombre bonachón que me recibía en su casa había viajado más de los que cada libro leído me permitía imaginar. Un cortocircuito instantáneo puso en marcha una pulsión hasta allí desconocida. La necesidad de viajar. Esta mente hasta ahora dormida, se ponía en movimiento. Hoy los viajes se han detenido, pero los sellos nos dejaron la infinita enseñanza de cuánto se puede conseguir con humanidad y la voluntad de emprender.

sábado, 24 de noviembre de 2012

Ineludible

Ya no estás, pero recorres el ambiente en espasmos ciertos. Ya no estás pero recorres sus mentes inquietas. Ya no estás pero cada paso que dan sus vidas se entrelazan con los pasos que diste alguna vez.
El silencio está a tu alrededor pero el estruendo los atormenta. Nada queda por recordar, nada queda por escuchar, nada queda por descifrar. La cordura es el menaje que alguna vez perseguiste, pero te detuviste a mitad de camino buscando aquella vieja melodía.
Sueños, que en tu mirada alguna vez se vieron, mientras contabas tus cuentos a orillas de la niebla. Niebla que nos cubre, pero te siento cerca. Aquella luz la eclipsa con su fuerza y esplendor; y te siento cerca. Tan cerca que es confuso, tan cerca que estalla en aquellos recuerdos que me embargan y me atormentan.
La distancia es irrelevante. La melodías se convierten en puentes, de pronto solo quedan bancos de niebla y vientos desde lo profundo del mar. 
Es tiempo de avanzar, de no quedarse en el tiempo. Avanzar, no te quedes en el viento. Es parte del espacio; y cuando el latido de las miradas que se fueron se apaguen lo ineludible se hará realidad.

sábado, 16 de junio de 2012

Poderes

Tengo todo lo que quiero; y vivo sin las restricciones de esta vida desenfrenada gracias al éxito de mis últimos proyectos. Los vaivenes de la economía mundial son sólo palabras ininteligibles para mi, llenas de forzado negativismo, producto de comunicadores apocalípticos, sedientos de un miserable instante de atención.
El campo de golf aparenta ser infinito, aunque puede que yo lo crea infinito, tal vez por el confort de mi sillón italiano o tal vez sea por la brisa de verano que se cuela por estos inmensos ventanales. El aire tibio me acaricia el cuerpo desnudo, como realzando su belleza. No tengo vergüenza ni falsa modestia que me obligue a cuidar mis palabras. No lo necesito y no me interesa cambiar.
Mi flamante ultra-notebook de aluminio está cargada de conceptos al menos gloriosos, de los que se hablará por generaciones. Pero hoy prefiero pasar el día recorriendo los más de quinientos canales de satélite que me ofrece monstruosa pantalla LED. Me dejo llevar de a ratos por programas intrascendentes o sucumbiendo a los impulsos consumistas, acumulando.
Tengo una visión única y extraordinaria de la realidad que me permite adelantarme a los hechos, y he desarrollado maravillosos poderes de observación. Es por eso se que cuando intente llamarte, nadie contestará.


Este cuento es algo así como una reversión, o un plagio descarado tributo a Roger Waters y su pandilla: Pink Floyd. Digo descarado porque escuchando la letra tomé conciencia que ya era un microcuento en si misma, y que no había mucho por hacer, mucho menos intentar corregir al Gran Jefe ;) Aquí la letra original:


Nobody Home (Waters – The Wall)
I've got a little black book with my poems in.
 
Got a bag with a toothbrush and a comb in. 

When I'm a good dog, they sometimes throw me a bone in.
 
I got elastic bands keepin my shoes on.
 
Got those swollen hand blues.

Got thirteen channels of shit on the T.V. to choose from.

I've got electric light. 
And I've got second sight. 

And amazing powers of observation. 

And that is how I know 

When I try to get through 
On the telephone to you
 
There'll be nobody home. 




I've got the obligatory Hendrix perm. 
And the inevitable pinhole burns 

All down the front of my favorite satin shirt. 

I've got nicotine stains on my fingers. 

I've got a silver spoon on a chain. 

I've got a grand piano to prop up my mortal remains.

 
I've got wild staring eyes. 

And I've got a strong urge to fly. 

But I got nowhere to fly to. 
 
Ooooh, Babe when I pick up the phone 
There's still nobody home. 


I've got a pair of Gohills boots
and I got fading roots

jueves, 7 de junio de 2012

El Día Más Frío

La noche cayó sobre las sierras, como si no hubiera soportado el peso del invierno. Noté mi falta de planificación cuando puse un pie en la calle, vestido de camisa suelta cual zar de la droga caribeño. El grado y medio bajo cero me pateó en la espalda sin contemplaciones.

Aún recuerdo nuestros intentos desesperados por hacer funcionar aquella vieja camioneta, empujándola de esquina a esquina como desquiciados. Escuchamos el motor patear y toser, explotando de vez en cuando. Transpirados, conseguimos que el viejo diésel se encendiera en medio de una humareda agria. Fue música para nuestros oídos que indicaba el inicio de una noche llena de promesas.

El se asomó a la calle, para prevenirnos. Vivíamos el día mas frío del año y no había apuro por iniciar aquel raid nocturno. Nos invitó tomar algo caliente. Logró convencernos a medias, porque optamos por saborear su mejor whisky en lugar del café recién filtrado que nos ofrecía. Sentados alrededor de la mesa, lo escuchamos compartir una pequeña porción de su sabiduría; desde el valor del esfuerzo y el trabajo, hasta el aprovechar cada momento con la familia.

En aquel entonces no comprendimos la profundidad de su mensaje y tan solo nos dedicamos al apartado de disfrutar el momento. Hoy pudo haber sido el día mas frío de este año, y si bien él no estuvo para advertirnos, nosotros estamos mucho más cerca de comprender el mensaje.

lunes, 23 de mayo de 2011

Adiós Nonino

Inmóvil en el vano de la puerta maldije lo indigno de la vejez; tal vez por sentirla serpentear tan cerca esta vez o tal vez porque no pude evitar el impacto. Con los ojos empañados crucé la puerta, tratando de reconocer a ese hombre imponente que guardaba en mi memoria dentro de ese cuerpo marchito.

Sus ojos lechosos tardaron en enfocarme, en distinguirme tras los velos del pasado y por un instante pude verlo sonreír. La mente aguda le obligó de inmediato a plantear las preguntas de rigor. Salud, trabajo y familia. Ninguna enfermedad lo alejaría jamas de sus modales de la vieja escuela italiana.

Traté de ocultar mi propio dolor tras un muro de optimismo y planes que ambos sabíamos que jamas se cristalizarían. Hablamos sobre esto y aquello. Sobre lo que fue y lo que podría ser. Hablamos de sus bisnietos, de sus nietos y sus hijos. Hablamos. Bromeamos.

Traté de recordar si alguna vez le había agradecido, pero pronto me di cuenta que hay cosas que jamas podremos agradecer. Me costó tanto quedarme como decidirme a salir de allí. Tal vez por el dolor, o tal vez por saber que se trataba de la ultima vez que lo vería.

jueves, 9 de julio de 2009

9 de Julio

Tomó una hoja en blanco, sabiendo que tenía una deuda de honor que saldar. Sostuvo la pluma con los dedos temblorosos, con un sinnúmero de emociones agolpándose en su garganta. Apoyó la punta sobre el papel y lo mantuvo en un punto eterno.

Tenía tantas cosas que contarle, tanto tiempo para recuperar que parecía un imposible. Sabía que con cada año la grieta se ampliaba y la distancia erosionaba la memoria. Calculó que el cumpleaños presentaba una oportunidad perfecta para recorrer la distancia que los separaba.

La pluma inició su viaje por el papel con un “Querido Papá:”. De inmediato, arrugó el papel y lo dejó caer al piso con desgano. Probó entonces con un simple “Papá”. Por primera vez en más de una década dejó fluir sus sentimientos, impregnando el papel con sus emociones contenidas. Firmó y la cerró sin releer.

Buscó las llaves del auto y salió. Condujo tratando de no pensar en la carta. Llegó a su destino y se quedó inmóvil durante varios minutos. Bajó del auto, cruzó el portón de hierro y avanzó a paso firme. Se arrodilló frente a la tumba y dejó la carta junto al frío mármol.