sábado, 25 de septiembre de 2021

Juego



Apoyo las manos sudorosas sobre el paño verde. Siento la electricidad del ambiente a través de las fibras desgastadas. El humo de decenas de cigarrillos mezclados con desesperación me envuelven. Estiro la mano hasta el vaso de vodka en un movimiento reflejo.
Tres jugadores ya han sido desplumados y también sacudidos por los matones de nuestro anfitrión. Con seguridad será la última ronda. Mano a mano con quien oficia de banca. Un riesgo necesario si pretendo alzarme con las de fichas que se amontonan irregularmente sobre la mesa.
No me animo a mirar las cartas. Prefiero mirar a mi rival para detectar alguna señal. Nada. Vuelvo a mis dos cartas. Apenas las deslizo entre los dedos para elevar las puntas. Un par de dieces en mano. Es una partida que viene de pares miserables. El corazón patea como desbocado. Elevo los ojos a mi oponente. Juraría que una mínima sonrisa se asoma en su abundante rostro.
Voy por todo. Las fichas comienzan a acumularse. En pocos segundos, entre la adrenalina y el vodka me dejo empujar “All in”. Las fichas se acaban. Espero las ver el resto de las cartas. En lugar de eso, el dealer-anfitrión-contrincante, gira dos cartas. Un rey y un As. “BlackJack” me dice con una voz que retumba. En medio del vacío interminable que se forma en mi estómago, recuerdo lo difícil que se hace ganar cuando no sos el dueño de la baraja.

2 comentarios:

Daniel dijo...

La suerte juega con cartas marcadas como dijo el gran Andrés 😉

Camilo dijo...

Claro, Dani! aunque las cartas son sin marcar... jeje