martes, 5 de noviembre de 2019

Calor


Todo tiene un principio y el nuestro fue simple. Casual, pero a la vez relajado. Notorio, aunque a cada minuto, un paso más cerca del final. 
Cruzamos miradas en una de las tantas fiestas a las que fui obligado. La primera vez me dio vergüenza tan solo por mirarla. En otra cruzamos unas pocas palabras en la barra y ya en el tercer evento compartimos una extensa charla y algunos tragos. Podrían haber sido decenas de encuentros de no ser por su escasa paciencia con los tipos lentos como yo. Me desafió a besarla mientras compartíamos un Gin Tonic y lo hice.
Las fiestas continuaron, algunas con ella como protagonista. El estómago ardía, producto de algo que estoy seguro eran celos. Todos la admiraban, la deseaban y muchos lo intentaban, incluso frente a mí.
El calor aumentaba con cada salida. Me sentía culpable sólo por caminar a su lado. Imaginaba sus comentarios por lo bajo. Lo incompatible de nuestros estilos y las razones de tan improbable pareja.
Sabía que no iba a soportar mucho tiempo esa sensación y aunque lento, la solución fue simple. Reforzar el estómago y disfrutar del camino, que a finde cuentas es lo único que tenemos.

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