domingo, 17 de noviembre de 2013

Monumento

Durante casi diez años nos guió con mano de hierro, pero olvidando a menudo calzarse el guante de seda. De alguna manera, se las arregló para limar cada una de nuestras explosiones de creatividad, de condicionar nuestro libre albedrío y reducir a polvo cada insignificante expresión de humanidad. 
Así fuimos arrastrados por tiempos violentos, tiempos de paz, tiempos buenos y malos; soportándolo, apoyándolo y odiándolo en secreto. Los años pasaron y la realidad fue forjándose a la medida de nuestro indiscutible líder; confirmando que quien se prepara para lo peor, a menudo lo consigue.
Hoy nos reunimos frente a este monumento para honrar su memoria, en medio de los tiempo confusos que vivimos como consecuencia de su inesperada evanescencia. Comprendimos que ya no nos guía ni nos acompaña, tan sólo su recuerdo permanece grabado a fuego en nuestra memoria. Algo que esperamos se erosione con el paso del tiempo. 
La turba se fue alejando. Los rumores a cerca de la desaparición de nuestro Salvador aún recorren los pasillos. Todos apuestan por el mito de su escape a la vida idílica en algún paraíso tropical, pero nuestro pequeño grupo ruega porque nadie tenga la idea de inspeccionar dentro de la estatua.

No hay comentarios: