Podría decir que esta mañana tuve un presentimiento al levantarme, pero mentiría. Salí a trabajar como casi todos los días. Tipo una de la mañana subí a un muchachón con cara de recién soltado.
Cumplió la rutina al pie de la letra y me pidió que lo lleve para el sur, más allá de la circunvalación. Le dije que iba a usar un atajo y ni pestañeó. Mi idea era evitar los controles policiales. Sabía que estaba armado, por lo que repasé cuidadosamente los detalles de mi plan. Cuando atravesamos la oscuridad y con un movimiento coordinado, apagué las luces del auto, clavé los frenos y le puse la .38 en la panza. Le aconsejé que no respirara.
Lo bajé del auto, saqué los dos ladrillos huecos y la pelota del baúl. Sin dejar de apuntarlo, acomodé los dos hormigones a buena distancia y le indiqué al maestro que se pusiera entre medio. Le expliqué que si me atajaba el penal, se salvaba y me miró como si yo estuviera loco.
Apunté sin tomar carrera. Un buen zapatazo y la pelota se coló por debajo de su brazo. Me acerqué mientras aún estaba en el piso y cumplí mi promesa.
8 comentarios:
En la cancha , siempre, no importe lo que pase, hay que respetar los códigos.
Excelente viejo.
Fer Vicente
Los códigos se hicieron para ser respetados.
Gracias por dejar tu marca, viejo.
Abrazo
Implacable. Hombre de palabra el taxista. Abrazo!
Asi es Dani.
Un tipo jodido este taxista.
Saludos y gracias por pasar.
Ups!...y que se yo...bueh en definitiva lo que mas vale es que me llevaste hasta el final de un tirón.
Muy bueno aunque no entienda este tipo de códigos futboleros.
Mmmmm... Magah, a parecer ninguno de los dos entiende los códigos futboleros. Tampoco los entiendo, pero nunca viene mal un poco de "sana" competencia, no?
Por otro lado, veo que más allá de llevarte de un tirón, algo no te terminó de cerrar.
Alguna sugerencia?
Gracias por pasar.
asu. que tal final.
Uno hace lo que puede Daniel! ;)
Publicar un comentario