sábado, 22 de mayo de 2010

Cazador de Noticias

Estimado Sr Director:

Durante los últimos veintiocho días me mantuve encubierto dentro de las instalaciones de la Empresa Gigantic World Electronics como parte de la investigación que accedí a preparar para su diario.

En principio, se suponía que debía investigar la escalada de suicidios ocurridos en los últimos cinco meses dentro de las instalaciones de le empresa. Lo hice. Por casi un mes me mezclé entre los trabajadores, soportando las interminables jornadas de penoso y ultra repetitivo trabajo.

Las conclusiones a las que he llegado son las siguientes:

1) No hay nada en el agua, ni en la comida que predisponga a los empleados al suicidio. Al menos esa es mi impresión. Eso y que los guardias y supervisores comen exactamente lo mismo. Ninguno de ellos lo ha intentado.

2) No encuentro ningún indicio en que el ambiente de trabajo sea el causante de tan extremos comportamientos. Conociendo otras empresas del rubro, puedo decir que las condiciones de trabajo son similares. Dormitorios impersonales y compartidos, magra comida, largas horas de trabajo y poca recreación.

En este período, otras treinta personas han intentado terminar con su vida. La mayoría de ellas, como sabrán, lo ha conseguido. En la última semana, supuse que yo mismo podría ser víctima de este extraño comportamiento, pero la realidad negó esta hipótesis.

Sólo resta expresarles mi preocupación respecto a un particular indicio. Ayer, cuando intenté retirarme de las instalaciones, el personal de seguridad me lo impidió. Más extraño aún, es que me lo impidieron tanto antes como luego de saber que no era un trabajador sino un miembro de la prensa.

Finalmente, espero que reciban mi nota y pronto tener noticias de su parte.

jueves, 15 de abril de 2010

La tarde que conocí a Waters

Hace una semana que llegué a París en busca ganar algo de tiempo. Tiempo sin tomar decisiones, para de seguir con mi vida errante. Me gustó ademas la idea de visitar a Santi después de tanto tiempo. Aprendí de niño que es de mala educación rechazar la invitación de tu mejor amigo, y claro, no tengo otra cosa que hacer.

Santi es uno de esos tipos genios que utilizan sus habilidades para crear obras memorables sin atarse a ninguna regla o formalismo. Un artista. Hace 5 años, cuando dejamos el secundario, comenzó a crear diseños artísticos y páginas web, hasta convertirse en un reconocido artista del ciberespacio. Al principio, lo hizo en forma de pasatiempo; hasta que luego se convirtió en (casi) una leyenda mundial. Nunca estudió formalmente. No fue a la facultad, ni algo parecido. Sólo lo hizo. Hace tres años, se mudó a Paris para trabajar a tiempo completo para algunas compañías de Alta Costura. La magia de internet, diría yo.

Esta mañana nos levantamos a eso de las diez. Sin sobresaltos. El trabaja con sus propios horarios y yo no tengo nada que hacer. La combinación perfecta. Mientras desayunábamos, Santi revisaba sus mails. Ni siquiera sentado a la mesa dejaba su Laptop. Cerré los ojos un instante y respiré hondo; el aroma del café, penetrante; las croisant tibias, gloriosas.

De pronto, él se inclinó sobre su notebook con los ojos muy abiertos y una inconfundible expresión de sorpresa.

- ¡¡¡Nooo!!! No te creo...

- ¿Qué pasó? – le pregunté sobresaltado.

- Pará un segundo. Dejame leer...

Sus ojos se movían de un lado al otro, recorriendo la pantalla sin pestañear. Cerró la computadora con estruendo y corrió hasta su dormitorio. Volvió unos segundos después con el celular en la mano. Marcó. Su excitación crecía. La barrera idiomática dificultó la tarea de comprender el motivo, el francés no es mi fuerte, pero alcancé a rescatar algunas ideas.

- Estás seguro?... ¿Hoy? ¿Y cuál es la idea?... ¿Oficial?... ¡Claro que me interesa! Ok. ¿A que hora? Listo

Se volvió para mirarme con una sonrisa exagerada. Sus ojos brillaban de felicidad. Me recordó el día en que vendió su primer trabajo. Algo grande ocurría y por alguna razón se propuso hacerme el día imposible.

- Me vas a contar ahora o no? - Le rogué.

- No lo vas a creer... no lo vas a creer....

- Dale, dejate de joder y contame lo que pasa.

- No. Hoy a las cuatro te voy a dar la sorpresa de tu vida.

Dicho esto. Se dedicó durante varias horas a preparar sus equipos. Dos pantallas enormes de LCD, dos computadoras, una notebook, equipos de audio y pilas de discos. Se movía frenéticamente, seguro de lo que hacía. No fue difícil adivinar: compilaba una presentación.

Desde un principio, le di una mano con los preparativos. Si mi amigo necesitaba ayuda, eso tendría. Me limité a seguir sus indicaciones y mover equipos de un lado a otro de su Living. Instalamos las pantallas frente a un enorme sillón de cuatro cuerpos y las computadoras al costado. Santi, al final se dedicó a revisar discos. Probó varias presentaciones, proyectó diseños extraños sobre las pantallas, a tal velocidad que se me hacía imposible seguir los dos monitores a la vez. Solo él comprendía. Hasta ese momento, no había logrado que me contara lo que ocurría. Cada vez que le preguntaba, se limitaba a mirarme y decir:

- Sopresaaa... no sería una sorpresa si te cuento. No?

- ¡Andá a cagar! - Le respondí cada una de las veces.

A eso de las tres de la tarde, controló algunos detalles en el equipo de sonido, puso un disco de Peter Gabriel y ajustó el volumen hasta un nivel apenas tolerable.

- Listo. - Me dijo sin mirarme - Me voy a pegar una ducha. Ya vuelvo.

- Viene alguien groso, no?

- Que perceptivo que estás hoy...

- ¡Boludo! Deja de joder y decime.

- No, ya vas a ver.

- ¡Andá a cagar!

De inmediato desapareció rumbo al baño. Al rato, volvió completamente renovado. Ropa medianamente limpia, algo peinado y hasta noté un dejo a perfume. La cosa venía en serio. No había dudas. Convencido, y antes que el me lo pidiera, corrí a hacer lo mismo. La visita debía valer la pena.

A las cuatro en punto, sonó el portero. Santi corrió como loco hasta el aparato y atendió. Colgó y me volvió a mirar como si estuviera preparando la mayor de las bromas del mundo. ¡Y que broma!

Unos pocos segundos después, tocaron a la puerta con tres firmes golpes. Mi amigo caminó hasta la puerta, respiró hondo y abrió. La figura atravesó el vano de la puerta, vestido de negro, de cara gentil y eternamente despeinado.

- Hello, Mr. Waters. Nice to meet you.

- Hello, hello. - Dijo el visitante mirándonos a ambos.

Por suerte ando bastante bien en ingles, por lo menos lo suficiente como para mantener una conversación decente.

- Por favor, tome asiento.

- Thank you.

- En verdad me sorprendió su contacto.- Arrancó Santi. - Nunca pensé que podría tenerme en cuenta para crear su nuevo Sitio Oficial. Ah, le presento a mi... socio, Esteban Romero. Esteban, te presento a Roger Waters.

- Ehhh... es un honor... conocer... conocerlo, señor. - He ahí mi entrada triunfal. Conocía al más grande compositor de nuestra era y tartamudeaba. Adiós a la primer buena impresión.

- Don't look so surprised. Now I'm only a man. - Con voz pausada y calma.

- Por aquí, tome asiento Sr. Waters.

- Don't... - Le contestó cortante Mr. Pink Floyd, levantando su mano en señal de protesta.

- Roger, si asi lo prefiere. Quiere algo para tomar? Café, Te o gaseosa?

- Ohh, No... No, Thank you. Don't think I need anything at all.

- Ok, entonces vamos a comenzar con el trabajo, supongo que prefiere ir directo al grano. Si quiere, podemos comenzar con una presentación de los trabajos más destacados del último año.

- It's a busy day... And if you don't mind... Go to the show. Speak to me please.

Durante unos minutos, ambos monitores dibujaron una serie de increíbles presentaciones. Algunas alocadas y casi sin sentido, otras minimalistas y sobrias. Sitios famosos, glamorosos, otros no tanto. La música acompañaba cada una de las imágenes en perfecta comunión. Genial.

Roger observaba en silencio y sin moverse. Atento al detalle. En ningún momento logré ver alguna expresión en su rostro que indicara su opinión hasta el momento.

De pronto, tomé conciencia que frente a mi se encontraba uno de los mejores músicos de la historia. Olvidé al instante lo que veía en las pantallas.

Desde que tengo memoria, mis diferentes “maestros musicales”, me acercaron a los extraños, complejos y fantásticos sonidos de Pink Floyd. Durante mi adolescencia, esas enseñanzas tomaron forma en una especie de idolatría enfermiza. Casi no escuchaba otra cosa que Pink Floyd o temas de Roger Waters.

El “Gran Creador”, aquella figura inalcanzable, estaba frente mi. Tenía la oportunidad de hacerle todas las preguntas que quisiera, o al menos las que él me permitiera. En cambio, estaba mudo. Aterrorizado. El pibe de pueblo se hacía presente en mi para hacer peligrar esa única oportunidad. No podía arriesgarme a decir alguna estupidez y así arruinar la segunda impresión, por lo que me limité a escuchar.

- Bueno, hasta aquí llega la primer parte de la presentación. Una pequeña selección de algunos de mis trabajos para la industria de la moda. Desgraciadamente, no tengo nada relativo a su... industria. Que le pareció?

- What a surprise! It looked quite good, But, The music was too loud. - Sentenció Waters.

Ouch!!!, pensé en silencio, mientras miraba a mi amigo transpirar. Me imaginé un boxeador asustado recibiendo un cross de derecha en la mandíbula.

- Si? Disculpe, pensé que probablemente podría preferir una buena ambientación musical. Sólo le quiero aclarar, que no utilicé ninguna de sus obras porque...

- And I didn't care. This Spanish music?

- Argentina. El artista se llama Gustavo Cerati.

- To remember. Thank you.

- Concretamente, que quiere lograr con este nuevo sitio? ¿Cuál es el objetivo principal? –

La primer parte de la presentación había concluido. Era hora de recavar información. Yo continuaba rígido en un rincón, temeroso y expectante.

- I want to tell you a story. - Respondió Roger con lo que aparentaba ser divagaciones de un genio. - Life is a short, warm moment. Some men die. And I think I'm growing old. Who knows what will be waiting for me? I've got things on my mind.... I had a dream. Going round and round my brain. The memories of a man in his old age... This species has amused itself to death... I'm not saying that the battle is won. But, Can't stop. Don't say it's the end of the road. I know that I'm only dreaming. Deep in my dreams. No, this is not a bad dream.

- Ok. Entiendo.- Mintió Santi - Cómo le gustaría plasmar ese concepto? Esto va mucho más allá de la música. Serán imágenes y sonidos en particular? o Eso queda a mi criterio?

- Don't expect me to stay, you're on your own. Make 'em feel ok. Make 'em laugh, Make 'em cry, Make 'em pay, Make 'em stay.

- Cuando dice “hacerlos pagar”, se refiere “Contenido Pago”?

- For me? ¡No! Don't make us laugh, you're a smart kid. Give Birth to a Smile.

- Entiendo, claro.

- Posiblemente, podemos aplicar los principales mensajes de su obra o de aquellos que quiera transmitir. - Sin filtro, las palabras fluyeron de mi interior con asombrosa velocidad desde lo más profundo. - Apoyado por un fuerte componente audiovisual seleccionado de sus canciones, con imágenes relativas a los temas a desarrollar. Sombrío. Poderoso y sin piedad.

- What does it mean? Tell me more.

- Lo que quiero decir, es que tenemos que aprovechar la poderosa imagen que tiene con respecto a las duras críticas contra las guerras, la opresión, la religión, el consumismo, el poder, los poderosos y la televisión como medio de ejercer el control. - Debo reconocerlo, estaba desbocado.

- I think there's something good on. Isn't it good?- Preguntó Roger a Santi que tenía los ojos clavados en mi. Incrédulo.

- Creo que es perfecto. Podemos desarrollar ese concepto desde el punto de vista multimedia. Crear algunos Drafts completamente diferentes, pero con el mismo mensaje. Que le parece?

- Good. If you think it could look good. Then I guess it should.

- Roger, que opinas a cerca de los colores que te gustaría que dominen el sitio? Cuál es tu preferencia? – Santi retomó el control de la entrevista.

- It's red and black... Black and blue... Pain is red… - mientras decía esto, dirigió sus ojos hacia mi. - Is this not what you expected to see?- Roger Waters estaba pidiendo mi opinión. No podía ser real!!!

- Los tres colores me parecen perfectos. Hay mucho para hacer con ellos.

- Solo hay que considerar la proporción equilibrada. Que refuerce el mensaje. Que cause impacto. - Agregó Santi. En ese momento supe quería asegurarse de dejar bien claro quién era el artista. Aunque no había duda.

- Quiere que parte del Sitio incluya algo sobre Pink Floyd?

- Oh, no! It's all in the past. History is for fools. Live for today, gone tomorrow, that's me, HaHaHaaaaaa!

- Jeje. Entiendo, no quiere crear un Sitio estandard, con uno exagerado enfoque sobre el pasado.

- Of long past thoughts and memories? Oh, no. Thank you.

- Biografía? - Santi seguía tomando notas y errando malamente las preguntas. Debo reconocer que para genio, pifiaba bastante. Pero bueno, ya se ha escuchado que muchas veces, lo que sobra de talento en algunos aspectos, falta en otros en la misma proporción.

- What does it mean? Why can't you see? You're going the wrong way. I'm alive! Let's try it another way.

- ¿Prefiere tomar algo ahora? ¿Alguna bebida fresca? Tal vez una cerveza... - Claramente era él quien necesitaba una bebida fresca para recuperar la compostura.- Un té? - atinó finalmente.

- Good. Thank you.

- Un minuto. Ya vuelvo con las bebidas.

Santi caminó con rapidez hasta la cocina. Se lo veía un poco nervioso. Contrariado. Supuse que era porque había pifiado varias de las preguntas, aunque algo me decía que no le agradó mi intromisión o tal vez que no fuera a buscar las bebidas. “Roqelio Aguas”, como le llamábamos en broma con Santi. Tenía que aprovechar el momento. Cruzar algunas palabras con él. Mi mente estaba bloqueada. No se me ocurría nada inteligente que comentar o preguntar. La elocuencia del principio desapareció. Y las palabras se alejaron de mi mente. No me di por vencido.

- Viene seguido a París - Aún antes de terminar la pregunta ya me lo reproché. Idiota, pensé, tengo en frente mío al mayor compositor de nuestra era. Un genio. Uno de los críticos de la sociedad moderna más ácidos e incisivos … ¿Y le pregunto, eso?

- Oh, no. I like to be here when I can... But, never seem to find the time. Too busy mixing politics and rhythm.

- Con seguridad lo sabe, -intenté recuperarme cambiando el tema.- pero creo que su mensaje ha llegado hasta lo más profundo de sus fans. Ha logrado que varias generaciones analicen profundamente la realidad en la que vivimos. A descubrir que han sido transformados en piezas de utilería, dentro de este gigantesco juego de mesa que tanto divierte a unos pocos.

- Another time, another day, but people and places don't change...

- Es verdad, no importa cuantos ejemplos busquemos... todo se repite una y otra vez. En cada lugar del planeta... Uno no sabe que pensar. Quién está en lo cierto? Quién se equivoca?

- Right or wrong is difficult to say. But, look around. Day after day. We pretend it's all right, Hiding around on the ground. Running away. Wandering and dreaming. So fuck all that. I said, fuck it then. – por un momento pensé que iba a golpear la mesa.

- Lo entiendo. Ud intenta cubrir todas las injusticias del mundo.

- But, I don't fit, And I have to admit. I feel alien and strange. Because I'm only coming along for the ride, But I'm looking for thrills.

- Lo envidio. Cualquiera podría decir que lo tiene todo, y que ya no tiene por que luchar. Pero sin embargo se mantiene activo. Sin dejar de actuar en las sombras. O diciendo en sus letras lo que pocos se atreven a retratar.

- Envy is the bond between the hopefull and the damned. The ravens all are closing in. And there's nowhere you can hide…

- Le molesta que le haga otra pregunta?

- Oh, no.

- Desde hace años, mientras escuchaba una y otra vez sus temas, me preguntaba sobre lo que quiso decir en determinadas construcciones literarias. En definitiva, me intriga saber su opinión respecto a ciertos temas que Ud critica con dureza. Como por ejemplo Dios. A la religión.

- Christians, Moslems, Hindus, Jews And every other race, creed, colour, tint or hue. Get down on their knees and pray. Can't you see? Man is a tool in the hands Of the great God Almighty.

- Yo en cambio me pregunto cada día si Dios existe…

- No matter what you say. Just give me confirmation. Facts and figures.

- Pero, no es Dios una creación del hombre como medio de control?

- And when you loose control…

- El invento te controla a ti, no es a eso a lo que se refiere?

- What God wants, God gets. Who can help us to be free? God only knows... I can't think what to say.

- Y como evito caer en la eterna discusión?

- Hide your head in the sand. – Ouch, el sarcasmo me caló hondo. - Everybody's searching for something they say. Some frightened and lost. And some unlucky ones, Most of them dead, the rest of them dying. Looking for somewhere to sleep, A little place of their own. Waiting. Waiting for the dawn to come, And the warm light.

- Y al final quién tiene la razón? Los que buscan o los que prefieren negarlo?

- There is no right, no wrong. It's only dogma

- Cierto, no podemos discutir lo que no podemos probar. Nos pasaremos cientos de años en la misma discusión sin llegar a nada. Como en la historia del terrorismo. Quién tiene que ceder? Los terroristas? O los que se mofan de cazarlos?

- Don't be afraid, it's only business.

- Cuánta razón Roger. Cuánta razón. Todo es un gran negocio. Las guerras las religiones de hoy y las instituciones. Lo que me sorprende es que aún quede algo en pie. Cada vez estamos más cerca de destruir nuestro mundo. Ya sea por acción o simplemente por extraer hasta la última gota de vida de este bendito planeta.

- It's a miracle. Another miracle – En ese momento se paró de repente. Como expulsado del sillón que ocupaba. - Should we stop for a while?. I've had enough for one day.

- Claro. – respondió rápidamente Santi. Dejando a un lado el te como si ya no importara – Algún comentario?

- All I want to tell you, Is count me in on the journey.

Su extraño comentario selló el acuerdo. No hizo más referencia al trabajo, al contrato o al costo. Sólo aclaró que “Su Gente” nos (si, dijo claramente “nos”) contactaría. En ese momento faltó poco para que mi corazón se detenga. No quiero imaginarme la emoción de Santi. Aprovechando que Roger realizó un llamado con su celular, nos dedicamos a comentar algunos puntos clave, en español por supuesto, y así nos olvidamos por un instante del invitado de honor que caminaba a pasos lentos por el living mientras hablaba, y por poco nos cuesta caro. Santi llegó a escuchar parte de lo que nos dijo luego de colgar, pero ante la duda, decidió pedirle educadamente que lo repita.

- I said, would you like to come with me? – leí amabilidad y gratitud en su rostro. Increible Roger Waters, agradecido y satisfecho, nos invitaba a acompañarlo.

- Con Ud? Claro, - contestó Santi – claro que si. Si no le molesta.

- I don't know why.

- Bueno. Ud. es Roger Waters, desde siempre lo hemos admirado. El mucho más que yo, debo reconocer. Pero, lo que quiero decir es que ha sido un honor y una sorpresa para nosotros.

Roger primero lo miró a Santi, luego a mi. Sonrió levemente. Caminó hasta la puerta y antes de salir volvió la mirada hacia donde estábamos y agregó:

- You ain't seen nothing yet.

Nota: Cada uno de los diálogos simulados de Roger Waters (en inglés) corresponde a versos completos de las letras de las canciones compuestas por el músico... a quién por cierto considero uno de los mayores músicas de la historia.

viernes, 9 de abril de 2010

La Navaja

Caminé rumbo al bar, relajado, esperando disfrutar de un partido de fútbol con amigos. Un partido importante entre los dos equipos emblemáticos de la ciudad. El campeonato se definía; aunque por desgracia no se definía el campeón, sino cuál de ellos descendería de categoría. Una vez más, los dos equipos locales en la lista de espera al infierno. Eramos el hazmerreír nacional.

El lugar estaba repleto, y se distinguía una peligrosa mezcla de camisetas y banderas. Los celestes en el fondo y los albiazules en el frente. El ambiente estaba caldeado desde antes de comenzar, pero cuando los celestes abrieron el marcador, una botella de cerveza voladora encendió la mecha. Poco después, me encontré defendiendo el grupo a fuerza de sillasos, repeliendo la avanzada de los de azul y blanco. Fue inútil, nos arrasaron como a muñecas de trapo. Del resto, sólo recuerdo mis manos manchadas de sangre y un dolor en desgarrador en el muslo.

Me hicieron radiografías, ecografías y todo tipo de estudios, pero ningún médico intentó retirar la navaja de la pierna; algo de la arteria femoral, entendí. Pasó un año. Hoy estoy recuperado y estoy casi acostumbrado a vivir con el puñal clavado en la pierna.

viernes, 5 de febrero de 2010

Crónicas de un Taxista – Búsqueda

Décima segunda entrega de la serie. Comienza aquí.

Desde el instante en que subí al maistro ese en el centro supe que andaba en algo raro. Transpiraba, se lo veía colorado y abrazaba un maletín de cuero que costaba más que su casa.

Miré el tablero y la luz roja del detector de metales confirmó la sospecha. El tipo estaba cargado. Manejé un rato siguiendo sus indicaciones, esperando. En cuanto cruzamos un descampado de la circunvalación puse las balizas y estacioné. Antes que pudiera tomar aire para hablar le puse la .38 en la bolas haciendo buena presión.

Juro que casi se caga encima. Portándome como un caballero, le pedí amablemente que me dijera a quién le había robado. Su acto duró poco. En cuanto amartillé el revolver se le pasaron las ganas de mentir. Soltó unos pocos datos y lo dejé ahí.

Me tomó horas de taxi y celular conseguir el nombre del dueño. Ubiqué su casa en barrio residencial. Toqué la puerta. El tipo se asomó. Le pregunté si le habían robado, que yo lo tenía. El me preguntó si había abierto el maletín. Me preguntó cuánto quería. Le pedí los kilómetros, más viáticos. Me dio el triple de dinero y se metió en la casa.

viernes, 22 de enero de 2010

El Propósito

Las cortinas comienzan a ceder ante el empuje de la primera ventisca y el embriagante aroma de la tierra húmeda con pinceladas de hierba recién cortada magnifican la pulsión. Nubes verdosas de proporciones bíblicas se ciernen sobre la ciudad como una promesa. Mis manos tiemblan por la emoción.

La tempestad alcanzó la ciudad con su espada invisible obligando al más valiente a retroceder. Camino en medio de la oscuridad hasta el límite de la terraza, procurando mantener el equilibrio. Casi sin respirar transpongo la cornisa. Veinte pisos y un pequeño borde de concreto me separan de la muerte.

De la ciudad solo quedan sombras y algunas pobres siluetas. Las descargas eléctricas se intensifican y se acercan, cumpliendo su promesa. Me sostengo con las piernas colgando del vacío y la espalda firme contra la cornisa intentando absorber la energía que crepita en aire. Aún con los ojos puedo ver el cielo iluminarse; veo todo y más allá. En mis entrañas retumba el trueno. Pesadas gotas se dejan caer sobre mi rostro, acariciándolo.

Sentado en la cima domino la ciudad, mientras las ráfagas despiadadas intentan abatirme. Llego a preguntarme por qué lo hago y la respuesta surge como un rayo: porque puedo.

sábado, 16 de enero de 2010

La noche que comimos pollo al spiedo

Aún recuerdo esa noche, íbamos a comer un asado entre amigos. La excusa, un partido de fútbol por televisión. Vivíamos ajenos a la realidad que envolvía a nuestro país. No veíamos la violencia e intolerancia reinante. Cuatro amigos y unos pocos pesos eran suficientes. Comida, fútbol y un partido de cartas.

La policía azoto la puerta mientras prendíamos el fuego. Lo buscaban a Oscar. El les dijo que estábamos por comer un asado. “No lo creo”, sentenció sonriendo. Ellos no nos dijeron por que nos cargaron y nosotros no creímos pertinente preguntar. Nos encerraron en un enorme calabozo lleno de maleantes. Tuvimos suerte; un viejo conocido era policía y le aviso a mi cuñado.

Dos días después, el esposo de mi hermana se asomó entre los barrotes. No dijo mucho. “Acá tienen algo para comer. Tengan paciencia.” Sus palabras y el aroma que salía del paquete nos dio las fuerzas necesarias para soportar los días siguientes. Fue una cena mágica. Un pollo compartido entre los nueve inquilinos de la celda. Creo que nunca disfruté tanto.

Nos golpearon bastante, sobre todo a mi. Tal vez por hablar de más. Lo cierto es que nunca volví a probar el pollo.

martes, 12 de enero de 2010

Quejica

- Que tenga buen día Señor. - dijo el analista antes de colgar el teléfono.

“Puta Madre“, susurro entre dientes. Revisó la ficha en la computadora y marco el numero de su jefe.

- Martin, tenemos otro Quejica.

- Qué tan grave. - preguntó su jefe.

- Acabo de subirlo a Nivel 3. Lleva cuatro reclamos en el mes. Dos por pañales descartables, primero porque no se pegaban las cintas y después porque se le pasaba el pis al hijo. Llamó además porque compró un paquete de papitas fritas y no tenían sal. Luego reclamó porque compro un helado envasado que decía 80 gramos, lo pesó y tenía 70. Finalmente, el de hoy, llamó porque había una piedra en el jabón. Un llorón, digamos.

- Como respondieron Ustedes?

- Acorde al procedimiento. - dijo el empleado. - pedimos disculpas y le mandamos unos productos de regalo.

- Alguna demora?

- Ninguna. Que hacemos con el Quejica?

- A que se dedica? - Preguntó el jefe.

- Periodista. Puede ser una complicación.

- No. Lo hace mas fácil. Donde labura?

- En La Voz de Cordoba.

- Perfecto, asignale una de las campañas que tenemos y pasame el teléfono del gerente.

miércoles, 6 de enero de 2010

Crónicas de un Taxista - Revancha

Décima primer entrega de la serie. Comienza aquí.

Durante diez días me dediqué a buscar al gringuito que me abolló la cabeza. Pasé varias noches en la oscuridad esperando con paciencia. La recompensa finalmente llegó. Vestido tal y como lo recordaba, bajó corriendo de un taxi. La misma maniobra. El otro taxista fue bastante más inteligente que yo. Gritó un par de veces, se estiró para cerrar la puerta y aceleró a fondo.

Mi ubicación era perfecta. Después de correr unos cien metros, se detuvo a ver si lo seguían. Luego caminó a paso lento adentrándose en el barrio. Lo seguí por la vereda del frente. Una cuadra más adelante ya lo había superado y crucé la calle con la mano en los bolsillos. No se lo vio venir.

Le di un buen culatazo, como para tranquilizarlo de entrada. Cayó como un ladrillazo. Le revisé los bolsillos y la cintura, buscando un fierro o un cuchillo. Limpio. Empezó a lloriquear y le pregunté por qué corría de los taxis. Me contestó que porque no quería gastar el dinero. Le di un buen revés de derecha y le saqué la billetera, tomé lo suficiente para pagar el viaje que me debía y el bono del hospital donde me cosieron.


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viernes, 11 de diciembre de 2009

El Muerto

Desde su llegada, los deudos fueron acompañados y ubicados por el dueño de la funeraria. En su mayoría, habían sido sorprendidos por la notica en la madrugada y sus caras reflejaban una grotesca combinación de sueño, sorpresa y dolor.

Como en todo pueblo, el encargado de la empresa ejecutaba múltiples funciones de organización; además de las formalidades, no le eran ajenos el servicio de café, ni los ocasionales discursos. En este, como en tantos otros casos, además le cabía un papel extra, el de amigo del difunto.

A la distancia, su único empleado le hacía señas para atraerlo a la oficina. El dueño, intrigado caminó a su encuentro. A mitad de camino alcanzó a divisar a la viuda. Sintió el impulso de acercase a ella, pero la cara de su discípulo le hizo cambiar de idea. Algo andaba mal.

Le tomó casi cinco minutos cruzar la puerta. Su asistente movía las manos, tembloroso. Quiso hablar, pero el tartamudeo lo calló. Finalmente entregó el mensaje: “El muerto... no llegó...”. En un acto reflejo alzó la vista. A través de la ventana pudo ver la funeraria del frente. El enorme salón vacío y un solitario ataúd en el centro.

miércoles, 18 de noviembre de 2009

Crónicas de un Taxista – Reglas

Décima entrega de la serie. Comienza aquí.

Apenas subí a un gringuito con cara de atorrante supe no era trigo limpio. El Pibe parecía nervioso, como si estuviera pasado de merca o algo así. Me pidió ir para Arguello y sospeché de inmediato. Instintivamente, lleve los ojos al tablero, en busca de led que indicaba la presencia de metales en mi pasajero. Apagado.

Ajusté las manos con firmeza en el volante, sintiendo la fría confianza de mi .38 en la cintura. De repente me dio algunas indicaciones inconexas y balbuceó algunas palabras que no pude comprender. Clavé los frenos, pero antes que pudiera girar, el chaval ya se alejaba.

Bajé del auto y corrí a ciegas, confiando más de lo debido en mi estado físico. En media cuadra, comencé a dudar. Volví con la cabeza gacha, protestando. Ahí me alcanzó un ladrillazo en la cabeza. Trastabillé con la vista nublada. Corrí con paso poco firme.

Llegué al auto, por fortuna estaba abierto. La luneta reventó con estruendo. Me costó preciosos segundos arrancar el auto. La sangre me inundaba la cara. Estalló el vidrio del acompañante. Puse primera y arranqué girando en U. El gringuito me sonrió a menos de veinte pasos.


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sábado, 24 de octubre de 2009

Córdoba en Tinieblas

Luego de algunas décadas de disfrutar de los placeres de la muerte en vida, he comenzado a sentir la presión del aburrimiento y el encierro.

Al principio, viví el cambio como una bendición, una oportunidad inigualable para explorar más allá de los límites. Pero el tiempo ha pasado, y ya no estoy tan seguro.

Desde fines de los 60', me di el gusto de tirar algunas piedras durante el Cordobazo y apoyé los estudiantes en el Proceso. Me enriquecí robando casas; luego bancos, hasta concretar el “Robo del Siglo”. Festejé en dos ocasiones la victoria de Argentina, y quemé de la sede de un partido político. Asusta comprender lo fácil que resulta violar la ley cuando se ha perdido el miedo y el respeto por la vida.

En los últimos cincuenta años me he dado todos los gustos que un pibe puede soñar. Nadie sospechó la semana pasada, cuando coordiné la compra de mi nuevo Audi por internet, exigiendo se me entregue en casa. ¿Quien desconfiaría de un muchacho acaudalado, cara amable, tez absurdamente blanca y ojos claros?

Ahora me enfrento a la noche eterna; atormentado por la soledad y con un enorme vacío por llenar.

domingo, 20 de septiembre de 2009

Confesión

Sostuve la cámara con ambas manos, intentando superar la acidez que me escalaba la tráquea. La imagen temblaba irremediablemente. Volví a hacer foco en él y a través del visor noté como sus ojos se volvían líquidos.

Calcé la cámara en el trípode y lo encuadré. “Estoy listo”, me dijo con la voz entrecortada. Lo vi tomar aire con dificultad, tratando de controlar la respiración. Comenzó la confesión; me costó seguir sus explicaciones y razonamientos. Sólo capté su responsabilidad en un robo millonario y que gran parte de lo robado estaba en el maletín que traía en la mano. Su voz crepitaba. Me hizo señas para suspender la grabación.

Inspiró profundamente y secó sus lágrimas con las manos. Esperó unos segundos; luego me indicó retomar. Escuché sus palabras, inmóvil. Pude sentir cómo la médula se me congelaba con cada palabra. El mensaje era para su esposa. Le pedía perdón. Dicho esto, tomó un revolver y se voló la cabeza.

Ni bien me recuperé del shock, tomé la cámara, agradecido por vivir en la era digital. Borré el primer archivo, tomé el maletín y llamé a la policía. Afortunadamente, en el mensaje a su esposa no hablaba del dinero.

jueves, 10 de septiembre de 2009

Velocidad

Mis dedos tiemblan al empujar la palanca de mando, la transpiración me acaricia el antebrazo. La nada del espacio se profundiza a cada minuto, como si el sol estuviera a punto de apagarse. Cuanto más me acerco a la tierra, más me aturden los gritos del silencio.

A través de la pantalla, mi querido planeta tiene el extraño tinte de la irrealidad, como queriendo confundirme. Con simples toque sobre el visor, compruebo los parámetros de viaje. Velocidad de impulso constante; distancia, menos de cinco horas. Insatisfecho, prefiero estirarme hasta la escotilla y ver el azulado reflejo de nuestra vieja roca a la deriva.

Han pasado cuatro años desde que dejé mi hogar, y más de cinco desde que decidí enredarme en este extraño experimento psicológico, o “Psicoespacial” como me gusta llamarlo.

Pocos tuvieron el coraje para registrarse en el programa, y muchos menos de acercarse al final. Los que lo logramos, fuimos asignados a diferentes regiones aisladas de nuestro sistema solar, en bases que si bien eran poco menos que improvisadas, proporcionaban más comodidades de las que yo conocía.

Reviso los cálculos. Aún estoy a tiempo. Ingreso los cambios. Los odio... y me odio por darles la razón.

miércoles, 12 de agosto de 2009

Luces

En medio de la niebla que opaca mis sentidos, veo las luces subir sin descanso. Una a una se alejan, como temerosas. Intento seguirlas con la mirada, pero agudos puntazos de dolor incendian mis ojos.

Siento la garganta seca, como si tuviera un bollo de papel. Las arcadas se suceden regularmente, pero logro mantener a raya el amargo líquido. Un persistente y penetrante chirrido parece perseguirme aunque por momentos se aleja. Me siento mareado. El frío me asalta a través de la columna. La helada transpiración se me escurre por los poros.

Percibo la respiración, acelerada. Por más que intento mantener la calma, mi cuerpo no cede. La mente lo intenta, pero el cuerpo es quien dispone. Las luces disminuyen la velocidad hasta casi detenerse. Lentamente modifican el ángulo de avance. Ya no suben, ahora se desplazan de costado. Los ojos me arden y dejan escapar algunas lágrimas.

Ahora una de ellas se ha detenido frente a mi, como observándome. La estudio con cuidado. Es casi tan larga como mi campo visual. Siento que se acerca.

Una sombra gira al alrededor. Un reflejo; un glaciar destello se apaga junto a la sombra. Alcanzo a ver una mascarilla azul abalanzarse.

jueves, 9 de julio de 2009

9 de Julio

Tomó una hoja en blanco, sabiendo que tenía una deuda de honor que saldar. Sostuvo la pluma con los dedos temblorosos, con un sinnúmero de emociones agolpándose en su garganta. Apoyó la punta sobre el papel y lo mantuvo en un punto eterno.

Tenía tantas cosas que contarle, tanto tiempo para recuperar que parecía un imposible. Sabía que con cada año la grieta se ampliaba y la distancia erosionaba la memoria. Calculó que el cumpleaños presentaba una oportunidad perfecta para recorrer la distancia que los separaba.

La pluma inició su viaje por el papel con un “Querido Papá:”. De inmediato, arrugó el papel y lo dejó caer al piso con desgano. Probó entonces con un simple “Papá”. Por primera vez en más de una década dejó fluir sus sentimientos, impregnando el papel con sus emociones contenidas. Firmó y la cerró sin releer.

Buscó las llaves del auto y salió. Condujo tratando de no pensar en la carta. Llegó a su destino y se quedó inmóvil durante varios minutos. Bajó del auto, cruzó el portón de hierro y avanzó a paso firme. Se arrodilló frente a la tumba y dejó la carta junto al frío mármol.

lunes, 6 de julio de 2009

El Pasajero

El taxista me miró por el espejo. Elevando las cejas me dijo: "A dónde?". "Al centro" le respondí en automático. Una cuadra después le especifiqué el destino.

Rompimos el hielo con algunos temas trascendentales como el calor y la Gripe A. De la nada, me contó que era su último año como taxista. Lo miré intrigado y noté que bajo la espesa tintura negra y las marcas del tiempo, había una persona de más de sesenta años.

"Sabés qué? No doy más, Pibe. No creo que llegue a jubilarme". Las palabras se amontonaron en mi garganta. "Seguro que me pasa como a la Vieja, una embolia. Estaba sana, pero se fue. Lo mejor, acostarme a dormir la siesta y seguir derecho… Lo único que espero; que no me pase acá..." Golpeó el volante para completar la idea, mientras el auto corría a más de ochenta kilómetros por hora por una de las calles mas transitadas de la ciudad. Me imaginé a esa velocidad y un conductor muerto.

Traté de cambiar de tema, recurriendo a temas más placenteros como viajes y lugares para visitar. El slalom demente continuaba.

Llegamos a destino. Pedí el ticket, pero nunca llegó a entregármelo.

lunes, 29 de junio de 2009

Elecciones


Recostado en el inmenso sillón, ajustó el volumen del televisor. El canal 20 contaba con su confianza. La transmisión mostraba los resultados parciales de los comicios nacionales con grandes caracteres. Según los periodistas, el principal representante de la oposición, Robledo-Camisa detentaba el primer lugar a un triste tres por ciento de su seguidor, Hernández, representante del partido gobernante. El resto de los candidatos se repartía un lejano tercer puesto, imposible de revertir. Agregaron además, que restaban horas de espera. Una hora antes había invitado amablemente a sus asistentes y asesores a retirarse. La suerte ya estaba echada. Ellos lo entendían. No necesitaban explicaciones ni falsas muestras de trabajo compartido. Ellos participaban y vivían de su inmejorable posición. Se trataba de una de las más cerradas elecciones de los últimos años. Desde que comenzaron a llegar los datos el primer puesto había cambiado de manos más de una vez. Sonrió en silencio. Dejó el vaso de agua junto su computadora y observó con detenimiento los mensajes. Sus informantes trabajaban con eficiencia. Ellos ya conocían el resultado. Cambió de aplicación. Eliminó las dos notas que no necesitaría. Retocó ligeramente la que enviaría al ganador y volvió a sonreír desde las sombras.

martes, 16 de junio de 2009

Deseo

Sentado en el borde de la silla, me incliné hacia adelante tratando de captar algo de la conversación. A centímetros de mis amigos, no llegaba ni siquiera a ordenar mis pensamientos, mucho menos a integrarme a la charla. La música horrible y la sospechosa calidad del Vodka conspiraban contra mis sentidos. Me quedé un minuto observándolos.
Se veían divertidos, disfrutando de cada uno de los decadentes detalles que conformaban el lugar. Sin escucharse, todos hablaban, reían, miraban y tocaban cuando podían. El antro al que algunos llamaban “Cabarulo”, estaba atestado de tristes mujeres que se esforzaban por ganar la atención de los parroquianos. Infelices hologramas de mujer fatal. Una de ellas, tal vez la más linda, se acercó sin disimulo. Me habló al oído, ofreciéndome pasar un rato agradable y sin restricciones. Traté de imaginar a qué se refería.
Respiré hondo, mientras de reojo controlaba si alguien me miraba. Llevé la mano a la billetera, sabiendo que por largo tiempo me arrepentiría de lo que estaba a punto de hacer. Un leve sudor frío me adornaba la frente. Saqué un billete de cincuenta mangos, lo puse en manos de la chica y me alejé mirando al piso.

martes, 9 de junio de 2009

Asfalto

Recorrí los últimos metros con el pie hundido en el freno, los dientes apretados y la extraña sensación de quién ha experimentado un impacto. El tiempo comenzó a derretirse sobre el espacio, alterando mis sentidos. Los seis caracteres de la matrícula se abalanzaban sobre mi, amenazadores. La infaltable calcomanía de mal gusto se hacía más y más legible mientras el chirrido de los neumáticos me calaba hasta la médula. Con el tiempo en suspenso, el sonido parece venir de un universo paralelo, distante. No es la primera vez que vivo esta sensación, pero aún así los oídos se distanciaron de la realidad como quien cambia de emisora. Una fracción de segundo después, cuando adiviné que lograría frenar, concentré la mirada en el espejo retrovisor. Sabía que sería imposible evitar el impacto. Alcancé a ver la cara de pánico del conductor que se acercaba. Apoyado contra el asiento me tomé con fuerza del volante, esperando el impacto. El golpe fue imperceptible, inocuo. Con los brazos relajados e inhalando con fuerza, apenas alcance a notar que me encontraba en medio de la bocacalle y jamás vi venir el camión de repartos. Sólo escuché el crujido de mis dientes y luego, oscuridad.

miércoles, 3 de junio de 2009

Manada

Nos reunimos apenas pasada la medianoche, protegidos por las sombras del distrito financiero. Planeamos hasta el último detalle, incluyendo los disfraces. Hombres lobo. Una genial idea del Cabezón. Cacho se encargó del sistema de seguridad, asegurándose de dejar las cámaras funcionando. Sumar algo de humor me pareció oportuno. Después de tantos trabajos exitosos, coincidimos en que era hora de dejar una firma distintiva. Revisamos el equipo por última vez y nos deslizamos por el tragaluz. Con los planos estudiados y memorizados, no fue difícil encontrar la caja fuerte ubicada en la oficina principal. Casi me ahogo cuando descubrí que era una Luoyang. Las cajas fuertes Chinas son casi un chiste, las puedo abrir hasta con un disfraz de lobo y una mano atada a la espalda. Pocos minutos después habíamos embolsado varios miles de pesos y un puñado de monedas de oro, gentileza del dueño de la financiera. Por supuesto que dejamos los fajos de cheques, ya nadie los lleva. Otro trabajo fácil y bien planificado. Lo único que no tuvimos en cuenta es que las cámaras no solo grababan, sino que también las chequeaban en tiempo real. La policía nos acorraló. Los diarios nos apodaron: Manada de Bobos.